323: 40 Principios escriturales para un ministerio saludable - Parte 1 - 25/05/2024 - #1300S
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40 Principios escriturales para un ministerio saludable
25/05/2024 – Ayuno congregacional
25/05/2024 – Ayuno congregacional
1. Conocer a Dios es más importante que conocer acerca de Dios y, practicar los principios bíblicos es más importante que conocerlos. El éxito del liderazgo consiste en conocer a Dios y nadie conoce a Dios sin conocer al Dios de la Biblia. Cuando Herodes supo que los sabios del oriente buscaban al rey de los judíos se puso furioso y mandó llamar a los principales sacerdotes y escribas del pueblo para preguntarles dónde iba a nacer el Cristo. Sin titubear citaron al profeta Miqueas y contestaron: “En Belén de Judea”, Mateo 2:5. A pesar de ser buenos conocedores de las Escrituras ninguno de ellos salió corriendo hacia Belén buscando al Mesías. Sin una experiencia profunda y personal con Jesús cualquier conocimiento de Él será meramente teórico. Una mujer le dijo al evangelista Moody: “He encontrado una promesa que me ayuda cuando tengo temor: “... Cuando tenga miedo, en ti pondré mi confianza”, Salmo 56:3 (NTV). El predicador contestó: “Yo tengo una promesa mejor: “... Confiaré en él y no tendré miedo”, Isaías 12:2 (PDT). Ambas promesas son ciertas, pero desarrollar una relación de amor creciente con Jesús va más allá de conocer sus promesas: “... Los que confían en mí no será defraudados”, Isaías 49:23 (PDT).
2. La autoridad espiritual deriva de la amistad con Dios. “Cuando Jesús terminó de decir esas cosas, las multitudes quedaron asombradas de su enseñanza, porque lo hacía con verdadera autoridad, algo completamente diferente de lo que hacían los maestros de la ley religiosa”, Mateo 7:28-29 (NTV). ¿De dónde provenía la autoridad de Jesús? ¡De su intimidad con el Padre! Su ministerio público crecía en la medida que crecía su ministerio privado: “Jesús se hacía cada vez más famoso... pero... siempre... se apartaba a lugares desiertos y oraba”, Lucas 5:15-16 (TLA, RV60). La autoridad no se obtiene con el conocimiento académico o una posición de liderazgo. La comunión con Dios nos da autoridad y revelación. “De día Jesús enseñaba en el templo, pero salía a pasar la noche en el monte... de los Olivos, y toda la gente madrugaba para ir al templo a oírlo”, Lucas 21:37-38 (NVI). La autoridad del líder es delegada con un propósito determinado: administrar la iglesia del Señor. No olvidemos que somos administradores que rendimos cuentas, Hebreos 13:17.
3. La fuerza espiritual depende de la consagración a Dios. La santidad del líder es más importante que su oración, pues sin santidad las oraciones no serán escuchadas, Isaías 59:2. La santidad te da acceso a la presencia de Dios. Josué estaba protegido porque era obediente pero no fue sino hasta el momento en que el ángel mudó sus ropas sucias en señal de santificación que Dios dijo: “podrás entrar libremente a mi templo como los ángeles que están aquí”, Zacarías 3:7 (PDT). Un Dios santo solo puede tener comunión con una persona santa: “... Procuren llevar una vida santa, porque los que no son santos no verán al Señor”, Hebreos 12:14 (NTV). La fuerza de Sansón no se debía a su larga cabellera sino a lo que ésta simbolizaba: “El cabello que lleva sobre su cabeza es símbolo de su consagración a Dios”, Números 6:7 (NTV). El poder espiritual y la pureza son inseparables. Comparemos a Sansón con Balaam. Sansón reveló el secreto de su fuerza a Dalila, y Balaam le descubrió a Balac el secreto del poder espiritual de Israel. Número 22 registra la historia de un rey llamado Balac quién contrató los servicios del profeta Balaam para que maldijera al pueblo de Israel, pero Dios no lo permitió. Dios protegía a Israel porque era santo. Balaam no podía maldecir a Israel entonces, para no perder la recompensa, concibió un plan diabólico. Le enseñó a Balac la forma en que Israel perdería la presencia y la bendición de Dios. Le aconsejó que sus mujeres sedujeran a los hombres de Israel a cometer inmoralidad sexual, Apocalipsis 2:14. Balaam le dio a Balac el código secreto para que Israel perdiera la presencia y por ende la protección: “Los israelitas tuvieron relaciones sexuales prohibidas con las mujeres moabitas... Ellas los invitaron a sus fiestas. Allí comieron juntos y adoraron a los dioses de los moabitas. Fue así como el pueblo de Israel adoró al dios Baal-peor. Entonces Dios se enojó muchísimo”, Números 25:1-3 (TLA). La mayor derrota de Israel fue perder la presencia de Dios. Es como si Balaam le dijera: “Si puedes lograr que ellos pierdan la santidad, perderán a Dios y también su bendición”. La falta de santidad aleja a Dios de nuestra vida. “El Señor... anda por tu campamento para protegerte... Por eso tu campamento debe ser un lugar santo; si el Señor ve algo indecente, se apartará de ti”, Deuteronomio 23:14 (BAD).
4. No somos llamados a cambiar a las personas sino a llevarlas a Jesús. “Moisés llevó a la multitud fuera del campamento para encontrarse con Dios”, Éxodo 19:17 (NTV). Después de salir de Egipto Moisés llevó el pueblo al mismo lugar donde Él había tenido su encuentro con Dios. Ningún creyente debe convertirse en imprescindible para otra persona. Nuestra principal responsabilidad es ser amigo del novio (Juan 3:29) y siempre hablarle bien a la novia del novio. Nuestro compromiso es guiar a las personas a Jesús y procurar que hagan de Él el interés principal de sus vidas.
5. Un líder sin unción es una deshonra a Dios. ¿Es posible liderar sin Su presencia y servir sin Su unción? Saúl lo hizo. En cambio, el primer acto de gobierno de David fue restaurar la manifiesta presencia de Dios: “Es hora de traer de regreso el arca de nuestro Dios, porque la descuidamos durante el reinado de Saúl", 1º Crónicas 13:3 (NTV). Si pagas el precio que sea necesario para restaurar la gloriosa presencia de Dios, tu vida y ministerio serán tan ungidos como lo fueron en David. “¿Qué es la unción?”, le preguntaron a Spurgeon, a lo que él respondió: "No sé explicarlo muy bien, lo que sí sé es que todo el mundo sabe si el que está predicando tiene o no unción". Alguien dijo: “La unción es el poder del Espíritu Santo sobre la vida de alguien para hacer la obra sobrenatural de Dios. Al final, el problema no es definirla, sino recibirla. Lo importante no es aprenderla, sino tomarla. Y lo difícil no es recibirla, sino retenerla”.
6. No toques ninguna puerta que no sea la del cielo y no busques ayuda en ningún lugar que no sea en Dios. Dios es la fuente de tu provisión. Él usa diferentes medios para sostenerte. El lugar dónde Dios suplió las necesidades de Elías por mucho tiempo fue el desierto y el canal que usó fueron los cuervos, 1º Reyes 17:2-4. Después de un tiempo Dios lo sustentó por medio de una viuda, 1º Reyes 17:8-9. Dios seguía siendo la fuente de provisión, pero cambió el canal. Enfócate en Dios y su provisión nunca te faltará. Cuando nos casamos vivíamos en una casita alquilada en las afueras de la ciudad. En el patio creció una planta de tomate que nadie plantó. Durante todo ese verano una sola plantita nos proveyó de tomates suficientes para nosotros y para regalar a otros. La fuente de la bendición era Dios, la planta de tomate el canal que Él usó para suplir nuestras necesidades. No hay necesidad de 'ayudar' a Dios cuando las cosas humanamente se ponen feas. Simplemente es cuestión de seguir confiando. "Deberían depositar su confianza en Dios, quien nos da en abundancia todo lo que necesitamos para que lo disfrutemos", 1 Timoteo 6:17 (NTV); Hebreos 4:16.
7. Enfócate en Dios y no en su billetera. Tener a Dios y tener su bendición son dos cosas diferentes. El que busca el rostro del Señor encuentra su favor. “... El que me ama... yo lo amaré y me manifestaré a él”, Juan 14:21 (RVC). ¡Jesús será hallado por aquellos que lo desean de todo corazón! Nuestro primer objetivo no es ganar almas ni plantar iglesias sino agradarlo a Él: “... Nuestro único propósito es agradar a Dios”, 2ª Corintios 5:9 (PDT). Nunca sustituyas una relación con Dios por la adquisición de cosas, de relaciones o de logros. No dejes que las bendiciones tomen el lugar de Dios en tu corazón. Que sus ‘regalos’ no te satisfagan sino solo Su Presencia. Muchas personas buscan más la sanidad que al sanador, la prosperidad más que a aquel que les prospera, y la unción por encima del que unge. ¿Lo quieres a Él o quieres lo que Él tiene? ¡La única manera de vivir una vida victoriosa es vivir mirando a Dios!
8. La alegría verdadera no proviene de servicio a Dios sino del Dios a quien servimos. “¡Mi Dios me llena de alegría; su presencia me llena de gozo!”, Isaías 61:10 (TLA). ¡Solemos pasar más tiempo ocupados en la obra del Señor que en el Señor de la obra! No adores el servicio sino al Dios al que sirves. No permitas que el trabajo para Dios te desconcentre de Dios. “Pronto, muy pronto, todos ustedes... me dejarán solo”, Juan 16:32 (TLA). Muchos cristianos ‘dejan solo’ a Jesús mientras hacen cosas para Él que nunca les ordenó que hicieran. María buscó complacer a Jesús estando a sus pies, Marta buscó agradarlo por medio del servicio. Mientras María lo escuchaba, Marta preparaba sándwiches que Jesús no había pedido. El Señor dijo que María había escogido la mejor parte, Lucas 10:42. No se trata de hacer algo para Él, se trata de hacer lo que Él quiere que hagamos. “... No dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar”, Proverbios 3:5-6 (NTV).
9. Nuestro primer llamado es servir a Dios y no para Dios. “...Cuídense a sí mismos y cuiden al pueblo de Dios. Alimenten y pastoreen al rebaño de Dios —su iglesia, comprada con su propia sangre —sobre quien el Espíritu Santo los ha designado ancianos”, Hechos 20:28 (NTV). ¿Cómo debemos cuidar el rebaño del Señor? En primer lugar ¡cuidándonos a nosotros mismos! ¿Y cómo se hace? Desarrollando una relación cercana con Dios. Nuestra primera responsabilidad es ministrar a la presencia de Dios. El ministerio a la iglesia es la consecuencia. “¿Les parece de poca importancia que el Dios de Israel los escogiera... para estar cerca de él de manera que sirvan en el tabernáculo del SEÑOR y que estén delante de los israelitas para ministrarles?”, Números 16:9 (NTV). El niño Samuel “ministraba a Jehová delante del sacerdote Elí”, 1º Samuel 2:11. En cambio, en el templo de la visión de Ezequiel (Ezequiel 44) los levitas servían ‘al pueblo frente a sus detestables ídolos’. Los levitas habían sido escogidos por Dios para servirlo a Él. “... El Señor puso aparte a la tribu de Leví para que... estuviera en su presencia y lo sirviera...”, Deuteronomio 10:8 (LPD). Pero con el tiempo “... los levitas servían al pueblo frente a sus detestables ídolos... los castigaré. No se acercarán a mí para servir como sacerdotes...”, Ezequiel 44:12-13 (PDT). Dios había llamado a los levitas a estar en presencia de Dios para servirlo; sin embargo, tiempo después los encontramos sirviendo al pueblo en presencia de sus ídolos. ¡El servicio de los levitas había dejado de ser una adoración a Dios para prostituirse tras los deseos del pueblo! Cuando tú dejas de servir a Dios para servir al pueblo comienzas a hacer aquello que agrada a la gente y dejas de hacer lo que Dios te manda por temor de la gente. En definitiva, terminas deshonrando a Dios.
10. Dios va donde lo invitan, pero se queda donde lo honran. ¿Recuerdas la Sunamita? Insistió mucho para que Eliseo visitara su casa, pero desde ese día el profeta se hospedó allí cada vez que estaba por la zona. ¿Por qué? Porque fue bien tratado. Cuando tú preparas un lugar donde Dios pueda sentirse como en casa Él vendrá y lo habitará. Lo mismo sucedió con Jesús en la casa de Marta, María y Lázaro. Allí se lo recibía con gran honor, Juan 12:1-2. La forma en la que tú tratas a Jesús es la forma en la que Él te tratará a ti. Dios siempre estará donde sea bien recibido.
357 jaksoa