¿Por qué se perpetúan las dictaduras? (Segunda parte)
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Las dictaduras y las sociedades con inclinación autoritaria Cuando el problema del autoritarismo se sitúa fuera del contexto del individuo, la dictadura se siente como algo externo, de lo cual otro es responsable o culpable. Es así que el esfuerzo va en la dirección de modificar o alterar ese entorno, de modo que se configure en algo mejor y no hacia un cambio en la propia persona, que a nuestro juicio es también necesario. Asumir a la dictadura como algo únicamente externo a la persona es una opción, el dilema radica en que el problema específico de la perpetuidad de un régimen dictatorial, no es algo completamente fuera de la responsabilidad de la gente y muy posiblemente, mientras en el conjunto de esas individualidades persistan valores e inductores del autoritarismo, imposible que el entorno cambie. Hay una fuerte contradicción entre la perspectiva de actuación de los actores individuales y la visión deseada para el entorno, pues una cosa se piensa a favor del cambio hacia fuera -para los demás- y otra cosa se hace en la cotidianidad -para si mismo-, una suerte de “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. El problema se hace más complejo cuando el poder se concentra en una oligarquía, donde no existe contradicción entre la actuación individual y lo que se desea como entorno. Hay una asimetría que favorece la perpetuidad de la dictadura, en la medida que quienes se le oponen no tienen un criterio único sobre el qué hacer y tampoco tienen intereses compartidos; mientras que los sostenedores del régimen si tienen unos intereses alineados y compartidos, y a nivel personal, no sufren de ambigüedad moral. En nuestro primer audio sobre el tema, hemos sostenido que una clave en la perpetuación del régimen autoritario, es la quiebra moral de la persona por la vía de los inductores como son los siguientes: • La indolencia y la indiferencia • El miedo y el terror • La colaboración y la complicidad • La corrupción • La impunidad • La anti política y la anarquía • El comportamiento evasivo • La “picardía” o “viveza criolla” Un régimen no solo es totalitario por si mismo, lo es además para asegurar la desmovilización de las fuerzas democráticas. Los factores de acción y bajo control parcial del ciudadano El ámbito de acciones de un ciudadano se encuentra dentro del alcance de los marcadores de la corrupción y de los inductores de la dictadura (sociales e individuales). Es necesario restablecer la dignidad moral de la persona a través de pequeños pasos, desde los comportamientos fáciles hasta aquellos cruciales y difíciles de alcanzar. En cada ocasión que aparezca alguna inclinación para realizar algún acto marcador de corrupción o inductor de la dictadura, debe decirse ”No voy a hacerlo durante un corto lapso, y voy cumplir este mandato”. Hay que buscar apoyos para cumplir con esos mandatos, en la familia, en personas queridas, amigos y organizaciones. Ellos solo actúan como elementos de apoyo, no como figuras cargadas de compromiso. Así, ante esas condiciones favorables a comportamientos promotores del autoritarismo, cada quien se siente realmente apoyado, pues la responsabilidad de cumplir con el mandato se la hace a sí mismo, y si falta a dicha promesa, la familia o amigos lo seguirán apoyando. Esta práctica es la que con mucho éxito ha sido aplicada por alcohólicos anónimos. Es también una obligación de las organizaciones políticas democráticas conciliar sus intereses y tener una unidad de criterios que ayuden al rescate de la dignidad moral del ciudadano. Conclusión La dictadura de la postmodernidad es un mal social que se manifiesta en todas las instancias, desde el propio individuo, la familia, las empresas, hasta el gobierno. Los sostenedores de las dictaduras han tomado conciencia de que su existencia no es un asunto que depende de la camarilla que administra el régimen, ni del dictador de turno, que su fuerza mayor reside en ese apoyo sustancial de masas, cuya adscripción puede ser hasta involuntaria o inconsciente. Así se explica el éxito y perpetuación de las tiranías que se refrendan con elecciones ganadas. Con represión y ventajismo pueden ganar cualquier proceso electoral, sin hacer fraude en las máquinas de votación, ni en el acto de votar. De este modo, un país con elecciones no significa en lo absoluto que haya democracia, puede existir una dictadura extrema que gana elecciones. Los procesos eleccionarios libres constituyen una condición inmanente y necesaria de una sociedad democrática, pero no son los marcadores definitivos y suficientes de la democracia. Los procesos electorales, al ser utilizados como marcadores de democracia, se han constituido en una coartada para que los regímenes totalitarios gocen de apoyo internacional. Es un poderoso argumento de falsa moral, que los países complacientes utilizan para eludir la obligación de defensa de los derechos humanos a cambio de prebendas económicas y financieras que reciben de los países bajo dictadura.
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